En Kinshasha, capítal de Congo, se produce una revuelta ante el gobierno. Esta revuelta está dirigida por un exhumano, uno de los muchos señores de la guerra de la zona que aprovecha sus poderes para construir sus parcelas de poder, llamado Ironfist. Le siguen numerosos otros exhumanos africanos que se unen bajo su liderazgo.
El resultado de la revuelta es que Kinshasha es conquistada por los exhumanos y declarada capital de un nuevo Estado de exhumanos, al cual todos los exhumanos del mundo son invitados. Ironfist se autoproclama el gobernante de la ciudad y las tierras colindantes y comienza a preparar la defensa de la misma.
Y no es demasiado pronto, pues a las pocas horas de la rebelión, la Unión Africana aprueba el uso coordinado de los ejércitos de los países de la zona para aplastar la rebelión, enviando hacia allí a sus tropas, tanques y aviones en una cantidad tal que ni los poderes de los exhumanos sean suficientes para detenerles.
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